Éramos luz primera en la ventana
que se pintaba blanca en mi cintura;
rompía luminosa la hora oscura,
lucía hambre de sol cada mañana.
Raíces de un deseo con temprana
necesidad de ramas en la altura,
tus ojos y mis hojas la futura
mirada arborescente que flor gana.
También trepaban ondas en los mares
cuando éramos la sal y las arenas,
sustancia de la espuma y oleaje.
No fuimos nada más que los lugares;
bocetos del pasado y sus escenas.
Luz, arboleda y mar. Somos paisaje.
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