domingo

mi último deseo de superficie...

Mi último deseo de superficie
fue boca que llevase el aire a mi garganta.
Por entonces
ya se adivinaba el pulmón inútil,
derroche interminable de alveolos,
redrojo inspirador y prescindible.
En esos días,
hubiese yo cambiado
mano en aleta,
bronquio por branquia,
y en escamas
la disciplina seca de esta piel.
Y, sin embargo,
habitante invertebrado en los dominios
de un mar desorbitado que giraba,
trazabas mi destino de abandono,
de pecio y de deriva,
encalladura,
orilla y secadero de mi almohada.

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