domingo

yo te pude haber sembrado alas...

Yo te pude haber sembrado alas.
Por eso no es casual este despojo,
revoltijo de ave exhausta entre mis manos,
metáfora de anhelo desplumado,
con un palmo de narices y aterido,
desnudo maniquí de las rebajas
en las que aún hay quien encuentra
amor sin emociones fuertes.
Pero, claro,
a ti nunca te gustó Sabina,
y haces elipsis del mes de abril,
de las semanas,
y de los viernes en Estambul,
cuando parece que me quieres.
Yo te pude haber sembrado alas.
Pero el paso lo detienes en umbrales
de zaguanes desolados que te muestro,
y vuelves a enunciar la teoría
sobre el grupo sanguíneo de los gatos,
prescindiendo de la zoología acuática,
que se visita en sucesivas inmersiones
a pleno pulmón o, en definitiva,
con agallas.
Yo te pude haber sembrado alas.
A pesar del barro que aún no tocas.
A pesar de estos seiscientos metros
de angustia sobre el nivel del mar.
Porque para remontarlos yo te pude haber sembrado alas.
Pude haber sembrado alas y lo sabes.

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